viernes, 27 de abril de 2012

Cuestión de tiempo

En ocasiones nos gusta complicar las cosas, retorcerlas y hacerlas más difíciles, más duras, más extrañas, y en definitiva, más imposibles de solucionar. Pero ¿no es cierto que, otras veces, las simplificamos para que parezcan menos graves?

Siempre intento simplificarlo todo, porque pienso que nada es tan grave como para tomárselo a la tremenda, siempre y cuando tengamos lo esencial, amor y salud. ¿Que suspendo un examen? Bueno, no es para tanto. ¿Que no me da tiempo a estudiar todo lo que me gustaría? Bueno, no pasa nada, en tres semanas acabo los exámenes, y el tiempo pasa deprisa. Pero ¿y si no es solo cuestión de semanas, sino de meses?
¿Qué me voy de erasmus durante nueve meses? Bueno, no pasa nada, volveré. Pero, ¿y qué pasa si no es tan sencillo? ¿si, a pesar de restarle importancia, sí que la tiene? ¿Qué pasa si, pese a todo lo que te habías propuesto, tu vida desaparece para dejar paso a otra?

Al irte, dejas atrás toda una serie de acontecimientos, experiencias, sentimientos y personas que conforman una existencia, la cual suele estar llena de detalles que se basan en el hoy, en el día a día, en el minuto a minuto, y no en el mañana, y que esperas poder recuperar a tu regreso, tal y como la dejaste.
Sin embargo, aunque no quieras creerlo, eso es imposible. Al cabo de los meses tu vida se va difuminando, tan despacio que ni lo notas, pero tan eficaz como una goma que borra el dibujo de un lápiz, puede que queden trazos, formas, imágenes de aquello que un día dibujaste, pero para que vuelva a ser lo que era antes de borrarlo, queda mucho trabajo por delante. Has de volver a perfilar aquello que una vez lo estuvo, darle importancia a aquello que una vez la tuvo, colocar esto y aquello en su sitio, y lo más importante, situarte tú entre tantos y tantos detalles.

Se tiene la esperanza de que cuando se vuelve, todo seguirá igual que antes, y eso parecerá al principio. Pero todo será distinto. No se puede pausar una vida y darle play a otra al mismo tiempo, no tenemos dos reproductores de vídeo dentro de nosotros. Somos solo una persona, con una cabeza que piensa, un corazón que siente, y unos ojos que ven, pero son y existen en un solo lugar, nunca en varios. Solo tenemos un reproductor, y no tiene capacidad para dos cintas de vídeo al mismo tiempo. Siempre podemos sacar la cinta, ver otra película, y cuando terminemos o nos cansemos, volver a poner la cinta que teníamos al principio. Sin embargo, creo que somos más complejos que un reproductor de vídeo, aunque me esfuerce en pensar lo contrario. Quizá me equivoque, y cuando vuelva a poner la película de siempre, para continuarla, mi reproductor la coja sin ningún problema. Pero quizá no, quizá le cueste arrancar, se quede pillada al principio, se rebobine sola o alguna parte se vea mal. Quizá, si ha pasado demasiado tiempo, no se pueda ver con la claridad con la que antes se veía. Quizá me sienta demasiado perdida cuando regrese, quizá solo un poco durante los primeros días. O quizá pueda volver a mi vida con la normalidad con la que se pela una manzana. O tal vez, todo sea más simple, y solo sea necesario un poco de tiempo para que todo vuelva a la normalidad. Quizá es eso, que lo estoy complicando todo demasiado para evitar simplificarlo.


Es solo cuestión de tiempo, de un poco más. Cuestión de meses.

viernes, 20 de abril de 2012

El significado de esta temporada



Más tarde empecé a pensar en las relaciones. Hay relaciones que te abren puertas a cosas nuevas y exóticas; otras viejas, y familiares; relaciones que te hacen preguntarte muchas cosas; relaciones que te llevan a cosas inesperadas; unas te llevan lejos del punto del que saliste, y otras, te devuelven a él. Pero la relación más emocionante, difícil y significativa de todas, es la que tienes contigo misma; y si encuentras a alguien que te quiera por ti misma, bueno... eso es fabuloso.

Pero esta última, es la más complicada de todas. Creemos que nos conocemos, que sabemos lo que queremos, de dónde venimos y adónde vamos, ¿pero es así realmente? ¿Sabemos, de verdad, quiénes somos? ¿o es el mundo el que nos lo muestra? ¿Y no es esto lo que, en ocasiones, llega a complicar el resto de relaciones? Es cuando nos encontramos a nosotros mismos, cuando nos vemos realmente, sin disfraces y desnudos, el momento en que todo se simplifica de tal manera, que no llegamos a comprender porqué era antes tan complicado.


Si este año me ha servido para algo, ha sido para conocerme a mí misma, y para disfrutarme tal y como soy. Jamás me arrepentiré de haber venido a París, es una ciudad preciosa, llena de rincones que, por mucho que lo intentes, jamás terminarás de conocer, como sucede con nosotros mismos. Y al final, sí, este año será inolvidable, como lo había soñado, aunque no sea de la misma manera. Pero, ¿no es eso la vida? ¿lo que la hace tan especial? ¿esa magia que, a pesar de todo, la hace maravillosa?

Sin embargo, no es un lugar lo que hace que una vida sea especial, sino ella misma. Y, escribiendo estas palabras, me doy cuenta de que esa es la razón por la que quiero volver, ya que, aunque suene paradójico, mi vida, en Córdoba, es más apasionante que la que he creado aquí, en París.



Por supuesto que seguiré necesitando hacer escapadas al extranjero, y saciar así mi espíritu de exploradora, cubriendo poco a poco esa necesidad de conocerme todos y cada uno de los recovecos de la tierra. Pero, mi corazón, siempre estará en mi tierra, Córdoba, donde se encuentran casi todos aquellos que completan mi vida, y la hacen, día a día, un poquito más maravillosa. Si bien, siempre quedarán pedazos de él repartidos por diferentes partes del mundo, cuya lista iré aumentando hasta el infinito. Por el momento, siempre habrá un poquito de mí en Almería, otro poquito en Puigcerdà y Roses, otro pedacito en Granada, en Málaga, en Sevilla, en Jaén, en Alicante, en Madrid, incluso en Arcos, también se me perdió hace casi un año una pequeña parte de mí por el norte de España, e incluso aún quedan algunos trocitos en Dublín, Cahors, y Grosseto...; y de reciente incorporación a la lista está París, aunque al mismo tiempo es una de las más antiguas, e importantes. Quién sabe lo que me deparará el futuro. Y, descubrirlo, es algo que estoy ansiosa por hacer; pero, lo que más me apasiona, lo más importante, es saborearlo, pues no porque algo no sea nuevo, debe dejar de ser emocionante.

martes, 1 de noviembre de 2011

Por donde iba... ¡ah, sí!: Haciendo de París algo mío

Las semanas pasan como los minutos… coges el metro y cuando quieres darte cuenta ya has llegado a tu destino. Comencé la semana echa un lío, con muchas cosas por hacer, ahora estamos a domingo y aunque parezca que no he hecho nada, al fin he solucionado varias asuntos. 

Así comenzaba la entrada que empecé a escribir hace casi un mes…


Sí, he tenido esto un poco abandonado. Y aunque tenga excusas, no voy a lamentarme de lo que no he escrito en el blog, sino que voy a recuperar el tiempo perdido. No os preocupéis, he ido apuntando todo en una larga nota de mi móvil, y cuando me venía la inspiración escribía en un cuaderno lo que en el futuro publicaría en el blog. Intentaré darle orden a todas esas ideas y plasmarlas aquí de la mejor manera posible.  Y para terminar esta introducción, debéis saber que voy a cambiar un poco la forma de contar mi experiencia en París. Voy a enfocarlo desde otro punto de vista, de tal manera que voy a dejar (o al menos eso voy a intentar) de relatar paso a paso mi día a día… porque sino esto se va a hacer interminable y no voy a dejar espacio para lo más importante, las reflexiones, los pensamientos, mis sentimientos… Y es que, a menudo, es escribiendo cuando me encuentro a mí misma y doy solución a aquello que creía que no la tenía. Además, creo que es lo más interesante. ¿Qué os parece? Si no estáis de acuerdo no tenéis más que expresaros a través de los comentarios ;).

Mi tienda favorita que no cierra hasta más tarde de la una de la madrugada. Mi querido dependiente es de las pocas personas de no confianza que me ha reconocido después de mi radical cambio de look... ¡Carino! -como diría Silvia-


Aquel viernes, 23 de septiembre, me desperté algo enfermita. El frío de la noche anterior me jugó una mala pasada. Aún así no duró mucho, pues el sábado estaría mucho mejor. Por tanto, me dediqué a recuperarme, a no hacer nada, y a disfrutar de no hacer nada, que a veces también es importante. Y era cierto, el tiempo pasaba demasiado rápido. Ahora, con más fuerza, noviembre me golpea, diciéndome que aproveche el tiempo, que no me resfríe, que no vaya a tanta fiesta Erasmus, que he hecho bien en no salir esta noche porque no había ningún plan que mereciese la pena, y que aproveche la mañana soleada que seguramente habrá en unas cuantas horas. Así que eso pienso hacer, disfrutar de esta aventura que la vida me ha regalado. Disfrutar de mi suerte. Y no dejar que nada me desanime (joder, eso es muy difícil tratándose de mí).

El sábado estaba mucho mejor de aquel breve resfriado, solo quedaban algunas secuelas en mi pobre garganta. Sudé la fiebre por la noche y me levanté tarde… necesitaba aquello tanto como el respirar, hace un mes pero lo recuerdo perfectamente. Así que con muchas ganas hice un pique-nique en el Parque de Luxemburgo con Silvia, Andrea y Arianna (amigo y amiga italianos de Silvia). Comimos unos perritos calientes (taaaaan diferentes a los españoles pero no por ello peores) y algunas patatuelas, y estuvimos allí hasta las siete de la tarde más o menos, y la verdad, lo pasé de muerte. Estuvieron toda la tarde hablando en italiano, pero entendía todo lo que hablaban por el contexto, y si había alguna palabra que no comprendía me la decían en francés o en inglés. Eso sí, mis aportaciones a la conversación fueron en francés, bien sûr. Y he aquí la cuestión: el título de la entrada. ¿Haciendo de París algo mío? Pues sí, y esto lo entenderán sobre todo la gentuza de la universidad (varias personitas) que me conocen bastante y que saben que mis temas preferidos para pasar una tarde entretenida son el sexo y aquello que hacemos mientras leemos revistas o periódicos (bueno, en mi caso no hago nada porque lo mío es un visto y no visto, soy así de rápida). Tranquilos, también surgieron temas interesantes de política, música o cine. Por cierto, aquella tarde me enteré de que a Silvia no le gusta Tiziano Ferro ni Eros Ramazzotti... no la maté porque si no me quedaría sola en París =).

Au Parc du Luxembourg

Debo hablaros de una cosa. Aquí es muy común la venta de libros de ocasión… pero de ocasión de verdad y no los de 10€ de las estaciones de autocares. En muchas calles te encontrarás puestos de libros con diferentes cajas: a 0’20€, 0’50€, un euro, dos, tres… Incluso muchas librerías ponen estos puestos justo a la entrada de su tienda, en la calle, para que la gente se pare y los mire, mientras que los libros normales, más caros, siguen dentro. Por estos precios puedes encontrarte desde clásicos (como Les fleurs du mal de Baudelaire) hasta obras desconocidas como la pequeña novela que me compré por un euro: Comme si de rien n’était. Cuenta las aventuras de cuatro amigos que se van de Erasmus a diferentes lugares. Cuando leí de qué trataba no dudé en comprarlo, y lo empecé justo esa tarde en el metro. Ya os hablaré más adelante sobre él.

 Aquella noche Silvia y yo fuimos a ver un espectáculo del Principito (le Petit Prince) que tenía lugar en la Defensa. Lo había visto en el periódico y pintaba bien, aunque no tenía ni idea de si era un baile, una obra de teatro, u otro tipo de espectáculo. Resultó ser la historia contada a través de unos enormes altavoces con música de fondo y con espectáculo de fuegos artificiales incluido. Aquí os dejo un cachito para que os maravilléis. A mí me encantó. Ver como todos los asistentes, muchos de ellos familias al completo, sentados sobre mantas en el suelo, contemplaban embelesados y en silencio aquella maravilla fue algo único, que no podré volver a disfrutar.


El anterior es un vídeo que yo grabé, y he aquí otro que he encontrado en youtube:



On ne voit bien qu'avec le cœur. L'essentiel est invisible pour les yeux.


Al día siguiente no hice mucho, solo quedar por la noche con Carmen Martínez e Isa Maldopower (es mejor este apellido) y beber una cerveza a orillas del sena, junto a Maca, Katie y las dos Francescas. Pudimos disfrutar de una maravillosa velada con un tiempo inmejorable y un maravilloso cantautor que nos deleitó con su voz frente a Notre-Dame. Lástima, no lo grabé.


La semana siguiente, la última de octubre, pasó también sin dejarnos disfrutar de ella.... la última semana de vacaciones. Lo peor: el papeleo. Sin embargo, no me desanimé. No sé como lo hice, serían las ganas acumuladas de estar aquí, la fascinación cada vez que salía a la calle, o que estaba simplemente atontada... el caso es que a pesar de las mañanas interminables en distintos departamentos intentando dilucidar cómo hacer las inscripciones pedagógicas, de limpiar y adecentar el pisito, del tiempo malgastado en el metro, de no poder disfrutar de París por estar todo el día de arriba a abajo sin apenas solucionar nada y de los problemas con la casa (bueno, en realidad esto si logró quitarme el sueño durante un par de días, como ya mencioné en otra entrada), no me vine abajo. De hecho, poco después de comprar los billetes para viajar a España en mis primeras vacaciones de la última semana de octubre, me arrepentí de haberlo hecho. Mi pensamiento fue: pudiendo estar en París o en cualquier otra ciudad de Europa... ¿voy a malgastar una semana en Córdoba? Tengo toda mi vida para estar en Córdoba, pero no aquí. Obviamente, y como os contaré en unos días, esas vacaciones me han encantado, aunque quizá, creo, no me han venido muy bien.



Almuerzo en el restaurante vietnamita

El lunes y el martes trascurrieron entre papeleo y universidad. Solo es destacable la improvisada comida en un restaurante vietnamita bastante barato y de buena calidad, que nos descubrío nuestro profesor de métrica, Eric. Así que Maca y yo disfrutamos junto a él de una sopa vietnamieta y de un delicioso plato de pollo a los cinco perfúmenes. Gracias por ese fabuloso descubrimiento. 


Para desconectar un poco algunos erasmus fuimos a unas clases de salsa para principiantes, que eran gratuitas hasta el siete de octubre. Ya sabéis, para atraer a la gente y que después acoquinen 12€ por clase. 


Adam et Maca en dansant

Así fue como Katie, Adam, Maca, Laura, Erin, las dos Francescas y yo pasamos un buen rato entre música entrañablemente latina (por tanto en castellano), a pesar de que la clase estaba dirigida para personas realmente principiantes. 


Dio la casualidad de que el lugar donde se celebraban las clases de salsa era la residencia donde vive Katie, así que nos enseñó su habitación. Bueno, bueno, bueno. La muy **** tiene unas vistas desde su ventana alucinantes. Las fotos no le hacen justicia.


La Tour Montparnasse, la Tour Eiffel et les Invalides


De aquella noche recuerdo que vi bastantes capítulos de Lost. En aquel entonces (como si fuese hace años ¿eh?) iba ya por la sexta y última temporada, y cada vez que terminaba un capítulo no podía dejar de ver el siguiente. Los cuarenta minutos que duraba cada uno se me pasaban volando, y al final me encontraba a las cuatro de la mañana con los ojos inyectados en salmorejo deseando de terminarme la serie esa misma noche.


El miércoles continuó mi tediosa tarea de la elección de las asignaturas. Como me alegro de no estar en ese momento ahora mismo. ¡Qué estrés! ¿Algo destacable de aquel miércoles? La maravillosa película Come, reza y ama. Entretenida y profunda, me hizo dormir con un buen sabor de boca. Trata sobre ese sentimiento que todos tenemos algunas veces... esa sensación de no ser feliz, de no estar haciendo nada... esas ganas de sentirse realizado con uno mismo. Para aquel que no la haya visto, aquí os dejo el trailer:







Muchos besos franceses y hasta mañana, que seguiré contando como fue el mes de octubre, donde hubo dos visitas muy especiales, el comienzo de clases y una vuelta a casa que lo ha desbaratado todo. Ya os contaré que ha pasado con la soirée de Halloween.



BONNE SOIRÉE A TOUS! 



Publicité au métro



martes, 4 de octubre de 2011

París: ¿barato o caro?




Como os podéis imaginar, el miércoles me levanté bastante tarde. Mi cuerpo, de nuevo, necesitaba reponerse. Apenas desayuné, y me marché a toda prisa a Belleville. Se trata de un barrio popular y con una gran mezcla de culturas situado entre los distritos 19 y 20, al noreste de la ciudad. Antiguamente, según me han contado, era el barrio chino de París, sin embargo ahora hay personas de otras muchas etnias diferentes, entre los que destacan los norte africanos. Aún así, todavía quedan restos de lo que una vez fue ese afamado barrio chino. Entré a una tienda de telefonía, y cual fue mi sorpresa cuando vi que TODO estaba escrito en chino. Las promociones, los carteles, la propaganda... TODO. Menos mal que la amable dependienta me hablo en francés.
En la actualidad, el verdadero barrio chino se encuentra en el distrito 13 de París, un poco más al sur.


Parc de Belleville

Descubrí aquel barrio tres días antes, cuando fui con Jose a ver un piso. Y paseando por él había visto una tienda estilo a los veinte duros, donde vendían todo tipo de menaje doméstico, y muy barato. Por esa razón fui allí. La tienda se llama "todo a 1€", aunque como siempre, luego no todo era a 1€. Pero estaba bastante bien. Compré trapos, una fregona, un cubo de basura para el cuarto, y varias cosas más que necesitaba.

Pero antes de hacer la compra, almorcé en un kebab situado justo al lado de esta tienda tan bon marché (hace poco me dijeron que esta expresión suena a "sofisticado", y que es más común decir moins cher, pero no expresan lo mismo... así que seguiré diciéndola). El menú consistía en una hamburguesa (lo siento, no me apetecía kebab) con una enorme ración de patatas fritas, tan grande que a pesar de estar hambrienta, y sintiéndolo mucho por Sergio... no pude acabarla. Estaba llenísima.


Y todo esto por el increíble precio de 4€, con jarrita de agua y un trato excelente incluidos. Pero eso no es todo, la enorme hamburguesa estaba... de muerte. En serio, no tiene nada que envidiarle a las grasientas hamburguesas del Mcdo (como lo llaman aquí).

Menú de hamburguesa en un kebab

Cuando terminé mi apetitoso y tardío almuerzo (serían las 15h30), fui a comprar, como ya he dicho, algunos útiles para la casa. Realmente no iba muy cargada, solo llevaba una gran bolsa que no pesaba demasiado, y la fregona con su cubo correspondiente... Pero era muy incómodo cargar con ellos allá donde fuera, metro de París incluido. Lo gracioso fue llegar a la universidad con él. Dos o tres personas no pudieron reprimirse las ganas de decirme que fregara un poquito, eso sí, en francés.

Había quedado con Maca para inscribirnos en algunas materias del departamento ILPGA (Instituto de Lingüística y Fonética Generales y Aplicadas), pero nos equivocamos de sitio, y nos presentamos en el de Ciencias del Lenguaje. En realidad no teníamos ni idea, y fuimos a ese debido a nuestro desconocimiento de la existencia de otro; además, no teníamos ni idea de que las asignaturas que buscábamos estaban en el otro dichoso departamento. Cabe destacar la amibilidad del coordinador de erasmus del departamento de Ciencias del Trabajo, y la idiotez de una de sus trabajadoras... Hay de todo en todos lados.
Así que decidimos dejar "Documentación" e "Informática Aplicada a la Traducción" para el jueves, cuando al fin lograríamos inscribirnos, o al menos eso creíamos...


Dando una vuelta por la facultad encontré algo que va a cambiar mi estancia en París considerablemente... ¡clases de danza contemporánea! Justo lo que buscaba. Realmente tuve suerte, ya que, por si fuera poco, eran gratuitas. Este curso, al igual que otros muchas de baloncesto, natación, teatro, cante, yoga y aikido entre otros, están organizados por nuestra universidad, así que obviamente son gratuitos. Además, dependiendo del departamento al que pertenezcas, optas a que te den créditos ECTS por estos cursos anuales.
Asimismo, encontré un anuncio de clases de salsa para todos los niveles. Estas costaban 12€ la hora, pero eran gratuitas hasta el 7 de octubre, por lo que tenían la visita asegurada de al menos algunas alumnas de Paris III.

Contenta y con ganas de llegar a casa, cogí la línea 9 del metro que me lleva a mi querida parada Mairie de Montreuil, la última de la línea, separada de mi casa a 10 minutos a pie. Normalmente no me cuesta nada hacer este trayecto, me pongo mis cascos y me sumerjo en Shakira, Yann Tiersen, Carla Bruni, The Doors, Sergio Dalma, Edith Piaf, Dalida, Phil Collins, en alguna que otra banda sonora o incluso en las Pussycat Dolls. Se ma pasa volando. Sin embargo, después de cargar todo el día con la compra para hacer la limpieza, estaba más que harta. El camino se me hizo bastante más largo de lo normal.

Al fin en casa recogí todo un poco, barrí y recogí con mi recogedor nuevo la basura, pues el suelo no brillaba mucho que digamos, y descansé...

En París he tomado una costumbre, tomar un vaso de leche solo con cereales de miel, riquísimos. Normalmente le tengo que echar, al menos, azúcar a la leche. Aquí no. Sano, equilibrado, y rico (o al menos me hace sentir eso :D). Un manjar para el paladar, sobre todo después de un día ajetreado.

Ese día terminó sin más dilación, con más capítulos de LOST y más páginas cada vez más interesantes de El Señor de los Anillos. Por cierto, esto va dirigido a los traductores, lingüistas y curiosos que lean este blog --> http://raedominiopublico.wordpress.com/2011/09/30/la-rae-unica/

Tres diccionarios para los Reyes de los Medios bajo el cielo.
Siete para los Señores Editores en sus salas de piedra.
Nueve para los Lingüistas Mortales condenados a morir.
Una RAE para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro
En la Tierra de Planeta, donde se extienden las Sombras.

Una RAE para gobernarlos a todos
Una RAE para encontrarlos
Una RAE para atraerlos a todos
Y en la oscuridad atarlos
En la Tierra de Planeta, donde se extienden las Sombras.

El jueves fue también un día bastante ajetreado. A primera hora de la mañana Maca y yo probamos suerte de nuevo en el departamento de ILPGA. Pero el recepcionista brilla por su falta de amabilidad, justo lo contrario a lo que dicta la norma francesa. Con poca gentileza nos dijero que estaban hasta el cuello y que volviésemos al día siguiente, a pesar de que estábamos dentro de su horario de trabajo.Se ve que eso de que ciertos funcionarios no den un palo al agua se estila en todas partes.

Así que fuimos a informarnos sobre algunas asignaturas del departamento de EILA (Estudios Ibéricos y Latino-Americanos). Tuvimos la suerte de encontrarnos allí con M. Beaumatin, un gran profesor, al menos por lo que parece, que nos ayudó muy bien. Resulta que le tiene un gran aprecio a los erasmus de Córdoba, ya que fue él junto con algún otro profesor de Córdoba quien posibilitó el acuerdo entre estas dos universidades. Él nos aconsejó qué asignaturas son apropiadas para nosotras, y además interesantes. Nos inscribiríamos en estas asignaturas al día siguiente, cuando consultásemos todo con la almohada y con los coordinadores de erasmus españoles. 
Más tarde, fuimos a pedirle ayuda a Mme. Macheras, una señora bastante recta pero con una gentileza asombrosa. Nos aconsejó qué asignaturas podíamos escoger, y qué nos faltaba para terminar nuestro conocido Learning Agreement.

Me marché a casa lo antes posible, sin tan siquiera haber comido. Cuando antes terminara de hacer las "tareas" de aquel día, antes llegaría a casa. Así que antes de llegar, me pasé por el banco LCL (Crédit Lyonnais), donde un fantástico banquero me abrió una cuenta sin necesidad de una cita previa, y me hizo el seguro del piso, todo en una hora. La conversación con, desde entonces, mi banquero, fue desde cuánto debía pagar por el seguro (1€ debido a una oferta para estudiantes) hasta cómo se llamaban sus hijos, qué hacía su mujer o por qué hablaba un poco de español. Realmente fue agradable que alguien te tratase bien porque sí, sin más, y más aún después de haber pasado unos días algo regulares... Algunas preocupaciones con el piso o con las asignaturas y recepcionistas bordes, entre otras cosas, habían hecho que llevase un par de días algo desanimada. La noticia de la danza contemporánea y de que podría estudiar catalán sin incluirlo en el Learning Agreement, junto a mi banquero, me alegraron un poco el día.

Antes de llegar a casa, aún me quedaba una cosa por hacer. Ir al carrefour, situado a dos paradas de metro, y comprar los productos de limpieza para poner la lavadora, que ya tocaba lavar algo de ropa.

Con el tambor de 5kg, el suavizante, la lejía y los cereales me fui "chez moi"... y no olvidéis, sin comer. Por el camino sentía que mi cuerpo perdía fuerzas, incluso me sentía un poco mareada. No me había dado tiempo a comer en todo el día, y ya eran las 19h30. Al menos llevaba una pequeña botella de agua en el bolso, que aquí, en París, nunca olvido rellenar.

Al fin llegué a casa, donde un cansado Jose me esperaba desde hacía casi una hora. Encima se me había hecho tarde. 

Recogí un poco la compra y rápidamente me hice unas ricas salchichas con huevo y un poco de queso. No puedo explicar con palabras lo bien que me sentó el exquisito plato que me preparé.


Silvia envenenándose con tequila

Esa noche había quedada de erasmus de nuevo, y esta vez tocó fiesta en la discoteca Mix Bastille, una discoteca como otra cualquiera. El comienzo fue divertido. Me dediqué a beber mi rica y barata cerveza junto al vino que Silvia había comprado, mientras contemplaba como Silvia y otras locas italianas, y no italianas (como Ella), se emborrachaban con tequila. Yo ni lo probé, ya lo hice una vez y mi cara mostró el asco que tenía que mostrar. Nunca mais.


La discoteca tampoco estuvo nada mal, bailé, sudé y me reí muchísimo con Silvia, Marcelo, Ben, Ella y otros muchos más. Dimos vueltas como siempre por toda la discoteca a petición de Silvia, fuimos a la apestosa sala de fumadores (debo quitarle esa adicción a mi italiana como sea), varios tíos babosos nos pararon por el camino, otros no tan babosos nos sonrieron agradablemente, y al final, de nuevo, acabé rendida y sudorosa. Demasiada gente aquella noche. Cuando digo demasiada, es demasiada... No cabía ni un alfiler. Así que, algo agobiadas, y después de bailar en la tarima hasta que nos echaron, salimos de aquella discoteca rumbo a nuestras respectivas casas. Eran las tres de la madrugada, pero ya sabéis, media hora de espera de autobus (durante la que dormí muy plácidamente y cogí más frío todavía), sumada a otra media hora de camino, más otros 10 minutos que hay desde la parada hasta mi casa, hicieron que me acostase a las cuatro y media de la madrugada. Montreuil es comme ça


Silvia y yo en Duplex (foto recortada, no nos interesan los dos emperchados... U_U)
Eso es todo amigos, no quiero hacer entradas excesivamente largas. Mañana volveré a actualizar el blog, ya que voy un poco retrasada... ¡Según el blog todavía estamos a 22 de septiembre! [CORREGIDO]

Buenas noches y gracias por leer esta, por ahora, aburrida vida. ¡Mil besos!


P.D. Hoy me ha dicho mi profesor de arte que el Louvre (junto a otros museos) son gratuitos para los estudiantes... ¡VIVE LA FRANCE!



jueves, 29 de septiembre de 2011

Nuevo hogar, nueva vida: trámites y más trámites

Después del gran letargo de más de una semana sin escribir, es hora de poneros al día de los grandes cambios (al menos para mí) que han sucedido en tan solo una semana, la cual me ha parecido un mes.



Los días aquí pasan lentos, o al menos, tengo la sensación de que llevase ya una vida en esta casa, y eso me gusta. Aunque París me sigue fascinando, y aún no se ha convertido en algo habitual, ya tengo asentada mi vida aquí. En tan solo dos semanas París ha conseguido envolverme de tal manera que parece que llevase viviendo en esta ciudad una eternidad. La gente ya no me mira como a una "guiri" cuando voy por el metro, y hasta varias personas me han parado por la calle para preguntarme la situación de algún lugar en concreto. ¿El siguiente paso? Que los chicos dejen de babosear y verme exótica por ser una erasmus, y encima española... pero me temo que eso va a ser más complicado, mis facciones lo proclaman a gritos.

El sábado 17 me mudé a Montreuil (una ciudad de 100.000 habitantes situada a las afueras de París, pero a 25 minutos del centro en metro), a un piso encantador compuesto de tres piezas: un comedor con una pequeña cocina, un amplio dormitorio y dos cuartos de baño (en uno se encuentra el váter y en otro la ducha, el lavabo y la lavadora entre otras cosas). Sí amigos míos, en Francia tienen la que para ellos es la mejor de las costumbres, separar el inodoro del resto de los elementos que caracterizan a un cuarto de baño. Quizá sea una buena costumbre, pero ¿dónde pongo yo ahora la ropa antes de ducharme? ¿En el lavabo? Bueno sí, puedo ponerla en la lavadora, pero no es lo mismo. El sagrado váter es el lugar idóneo para colocar el pijama antes de tomar una ducha, el sitio ideal para sentarse mientras uno se maquilla o se peina, y el espacio apropiado para sentarse mientras te lavas los dientes, ¿cómo colocarlo aislado en una mini habitación de un metro cuadrado? Estos franceses...

WC

Pero a decir verdad, el piso está realmente bien. El salón es grande, la cocina es nueva y tiene un lavavajillas muy apañado, el cuarto es enorme y la cama además de grande es muy cómoda, le falla la almohada. Por supuesto tiene calefacción y línea de teléfono con conexión a internet y llamadas a teléfonos franceses gratuitas. En total cuesta 650€, con todo incluido. En septiembre he estado aquí con Jose Manuel, un compañero de la carrera de Córdoba, así que hemos pagado solo la mitad del mes y entre los dos, lo que se traduce en algo muy económico. Pero a partir de octubre me quedaré sola en el piso, Jose se va a un estudio que está en Sant-Denis, muy cerquita de su universidad. Así que espero ansiosa la APL (una ayuda económica que da el gobierno francés para pagar el alquiler de un piso), que espero que alcance los 200€ al mes, lo que abarataría considerablemente el coste del apartamento.

Montreuil me gusta, es una zona (no sé cómo llamarlo ¿ciudad? ¿pueblo?) muy popular, agradable, tranquila y barata donde la población africana es abundante y el buen ambiente es cautivante. Al lado de mi casa hay un bar donde Jose y yo nos tomamos una cocacola el primer día, acompañada de una gran tapa (sí, tapa) de una especie de exquisito chorizo frito. Nos costó 2€ a cada uno. Lo sé, es una delicia tratándose de París, al que quiera probarlo lo invito a pasar unos días en mi casa, en la ciudad de las luces. La visita a dicho bar está asegurada.

Cuisine

Volviendo al sábado, entre mudanza, maletas y descanso, no hicimos nada. Por la noche, Guillaume, el apuesto casero de 30 años (y futuro marido de Espeh), dio una fiesta de bienvenida en nuestra casa. En realidad, era una excusa para pasar una buena noche con sus amigos de toda la vida. Así que tuvimos la oportunidad de conocer a verdaderos franceses y de escuchar verdadera música francesa. La noche fue agradable, mi francés iba progresando paulatinamente y yo misma me sorprendía de los temas de los que podía llegar a hablar. Conocimos a personas bastante interesantes, aunque yo era la enana allí... Jose tiene 30 años y todos los demás eran de su misma quinta. Aún así la soirée fue estupenda. Me acosté hacia las tres de la mañana, mi cuerpo no aguantaba más. Sin embargo, la música estuvo puesta hasta las cinco, hora a la que se marcharon los últimos invitados. Como podéis imaginar, yo no me cosqué de nada. Dormía plácidamente cual bebé, con una sonrisa en la cara entre canciones francesas de fondo.

El domingo me desperté tarde, pues mi cuerpo necesitaba reponerse. Por la tarde acudí con Jose a dos citas para ver dos pisos que quería alquilar. A la primera llegué tarde, y a pesar de numerosas llamadas y mensajes, no recibí respuesta alguna. El segundo piso que visité estaba bastante bien, tenía un pequeño jardín y se trataba de una habitación para mí sola. El piso debía compartirlo con otros dos chicos, uno músico y el otro estudiante. Costaba 530€ al mes, con todo incluido. Sin embargo, no me hacía contrado, por lo que no tenía derecho a la ayuda del gobierno. Aún así me gustaba, me hubiera quedado allí todo el año.
Pero el chico había quedado con otras personas, me dijo que me llamaría al día siguiente para confirmarme o negarme el alquiler. Aún espero esa llamada...

Petite fête chez moi

Es curioso, pero en París es así, los caseros son los que eligen quién se queda con ellos, no es como en España, que eres tú el que eliges qué alquilar.

Más tarde fui a visitar otro piso. Digamos que... era una basura, hablando bien.
Mi "cuarto" era el salón, y para pasar al cuarto de baño debía atravesar la habitación de la chica con la que hubiera vivido, a la que por si fuera poco solía visitarla su novio a menudo. Vamos, que si en medio de la noche necesitaba ir al baño, o bien podía fácilmente estropearles un acto amoroso, o bien podía mearme encima.

En fin, lo gracioso es que ella sí me contestó a los dos días, diciéndome que ya había encontrado a alguien para vivir allí. Tiene tarea...

Allí conocí a una chica española que también visitaba aquel apartamento, y que por supuesto se llevó la misma impresión que yo. También se llama Alicia, y lleva ya un año en París. ¡Como hablaba francés! Qué envidia.


Cuando terminé, Jose y yo fuimos al Parc de Belleville, un precioso parque situado en el distrito 20. Lo cruzamos dando un paseo hasta llegar a su cumbre, y al salir de él pudimos observar una de las vistas más bonitas que he visto en París. Se veía la torre Eiffel, los Inválidos, el Montparnasse... fue espectacular.
Nos sentamos en un bar desde donde se podía contemplar ese maravilloso paisaje, pero el viento y el frío nos obligaron a pasar al interior del bar. Jose se tomó un café, y yo un simple vaso de leche, algo que a pesar de nuestras intenciones, no nos salió barato. Pero pasamos un rato agradable, eso es cierto.


Jose et la Tour Eiffel (Belleville)

Aquel día terminó sin nada más destacable, un par de conversaciones por tuenti y al sofá, porque sí, esa noche me tocaba dormir en el sofá, ya que hasta el momento Jose y yo hemos estado turnándonos la cama, un día él y otro día yo. Por suerte el sofá es bastante cómodo.

El lunes vinieron Guillaume y sus padres a terminar de adecentar el piso, arreglaron un enchufe, e intentaron colocar unas cortinas y una puerta que, tras varios intentos en varios días diferentes, todavía siguen faltando. La puerta que habían comprado era demasiado grande, y las cortinas demasiado pequeñas. Pero lo que falta lo terminarán de arreglar a principios de octubre.

Firmamos el contrato y quedamos en volver a vernos el viernes, cuando ya tendríamos hecho el seguro del piso (obligatorio en Francia) y cuando colocarían la puerta, o al menos eso creíamos entonces.

Al mediodía fui a la facultad, donde tenía una reunión para saber en qué nivel me habían colocado para los cursos de francés. Tras saber que afortunada y misteriosamente (debido a la nefasta prueba de idioma que hice la anterior semana) estaba en un nivel alto, acudí a otras citas para ver pisos junto con Silvia, que quiso acompañarme. Finalmente solo acudí a la segunda de las tres citas que tenía. El primer piso era caro y pedían fianza, el tercer piso estaba sin amueblar y era una pérdida de tiempo ir. El segundo piso no estaba mal, era un cuarto para mí sola también, y me hacía contrato. Pero el chico con el que debía compartir piso no me gustó mucho. Para que me comprendierais deberíais haber visto todo... El sitio, la manera, el trato. Pese a eso, si me hubiera llamado no hubiese dicho que no de ninguna de las maneras. Pero claro, ya sabéis, aquí eligen ellos, y aún sigo esperando su respuesta.

Así que cuando terminé con la búsqueda de piso, Silvia y yo nos tomamos un dulzajo con Andrea, un amigo suyo de Italia muy majo. En concreto nos comimos un suédoise au chocolat, ¡delicioso!

El día terminó sin más dilación, con algún que otro capítulo de Perdidos (LOST) y con un poco de lectura de El Señor de los Anillos para terminar.

Aquella noche, tras pensarlo mucho y después del agobio de no encontrar nada, decidí quedarme en el piso de Montreuil. Guillaume ya nos había dicho que estaría en Burdeos al menos por un año, porque finalmente encontró trabajo. Así que me di cuenta de que no iba a encontrar nada mejor, y si en el peor de los casos me tenía que quedar sola, 650€ con la APL no supondría tanto dinero.

El martes, Jose y yo fuimos al banco para abrirnos una cuenta bancaria, pero en Société Générale nos dieron cita para el viernes. Así que lo del seguro del piso debería posponerse unos dñias. Por tanto, tras salir del banco emprendí camino a la universidad, donde había quedado con Silvia para asistir a un curso de recherche documentaire de dos horas al que nos habíamos apuntado. Básicamente nos enseñaron las instalaciones de la biblioteca, y nos mostraron como buscar cualquier cosa de manera correcta en las bases de datos de la universidad. Es importante saber esas cosas.

Bottes nouvelles

Después del curso fuimos de shopping, a petición de Silvia por supuesto. No obstante, terminé comprándome unas botas muy monas, útiles, cómodas y abrigadas por 20€. A ese precio fue difícil resistirse, y la verdad es que me hacían falta.

Esa noche habíamos quedado para ir al café de Amélie, un bohemio lugar que no tiene nada de bohemio, y menos por la noche. No tomé nada, la lección ya la había aprendido bien y no quería dejarme el dinero de la comida de la semana en un par de copas. Pero antes, cené en un chino, que estaba justo al lado, una ensalada muy apetitosa pero nada buena. He descubierto que hay una especie de lechuga que se utiliza en la cocina asiática que no detesto, sabe a jabón, asqueroso.

Más tarde fuimos a Duplex, una discoteca como otra cualquiera con música de fiesta como otra cualquiera. Las discotecas están globalizadas, la música es la misma... ¡hasta Danza Kuduro! Esa noche conocí a Matteo y Stefano, dos amigos italianos de Silvia. También tuve la oportunidad de conocer al japonés Io y a los chinos Gui y Song... entre otros erasmus.

Matteo, Stefano, Gui, Io, Song, Silvia et moi au Duplex


Me cansé pronto, eran las tres y ya estaba abatida y sentada con Silvia en un cómodo sofá en el que un portero me prohibió dormirme, ¡maldito! Pero no llegué a casa hasta las cinco. Entre que salimos de la dichosa discoteca, esperamos al autocar nocturno, y dicho autocar llegó a Montreuil (para nada es como el metro), pasaron casi dos horas. Finalmente me acosté en la hermosa cama, abrazándola con todo mi cariño y mi amor... en ese momento le habría vendido mi alma al diablo por un masaje.


Supongo que os iréis dando cuenta de que hay más papeleo que vida social, y si esto no era así todavía, lo sería en tan solo unos días. Aún hoy sigo agobiada entre banco, universidad, asignaturas, becas, ayudas... ¿estoy en París? Últimamente no estoy segura de ello.

Continuará...


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cosas que París no tiene

Necesito uno de tus besos... pero solo para empezar, porque necesito muchos.
Necesito tu mirada... también tus caricias.
Necesito tu sonrisa, para deleitarme contemplándola... tus manos, para atraparlas con las mías... y tu piel, para olerla.
Necesito tu gran espalda... para intentar rodearte con mis brazos sin éxito.
Tu barriga para poder apoyarme en ella... para darle besos... para abrazarla.
 
Necesito tus piernas, para poder enroscar las mías en ellas.
Necesito tu pelo... para enredar mis manos en él... para cogerte de él con fuerza y besarte con pasión.
Necesito todos y cada uno de tus lunares... para desear contarlos y no poder terminar de hacerlo.

Necesito de ti.


Tour Eiffel la nuit
 
Ayer por la noche, me asomé a la ventana para tomar un poco el aire, hacía un tiempo de muerte, el calor me obligó a ponerme el pijama corto. Debajo de mi ventana hay un parque que pertenece a mi edificio, y está salpicado de dos o tres árboles en cada esquina que hacen sombra las pocas veces que hay mucho sol. Pensé que se debía de estar muy bien allá abajo, en el césped, tumbada en una manta, y a tu lado... 
Pero me faltabas tú... 



lunes, 19 de septiembre de 2011

Primeros pasos en París (2)

Como ya os conté en la anterior entrada, la asociación "Erasmus À Paris" había preparado para el miércoles por la noche una quedada en Madame Tomate. Aquel día tuve la ocasión de conocer al irlandés Adam, a las escocesas Laura y Erin, al italiano Marcelo, a una paisana, Alba, y a tres italianas tocayas ("Francesca" era el nombre de las tres) con los que pasé una gran noche. Conocí a mucha más gente, ya os podéis imaginar, pero no consigo recordar el nombre de todos. 


Madame Tomate

Para ser la primera fiesta de París no estuvo nada mal. Bebimos un poco (jamás volveré a beber en un bar de París salvo que antes me aseguren que no me arruinaré haciéndolo), entre otras cosas rodaron mojitos, asquerosos en comparación con los de España; orgasmos, de los cuáles no me preguntéis qué llevan porque no tengo ni idea, solo sé que Silvia tomó uno de esos; desesperados, que es cerveza con tequila; y otro tipo de cervezas. La noche rodó sola, fue realmente fantástica.

Con Silvia la verdad es que lo paso muy bien, si mi amiga Verónica (de Córdoba) es bien conocida por reírse continuamente, Silvia no se queda atrás, aunque por supuesto no alcanza su nivel.
Lo pasé genial con Maca, Katie, Silvia, Adam y las irlandesas. Tanto que perdí el último metro y tuve que dormir en casa de Adam y las irlandesas, que comparten un piso en el centro de París, junto con Maca. 
El apartamento era envidiable, ¡ojalá tenga yo la suerte de encontrar algo así por 600€ euros! Pues lo dicho, nos acomodaron el sofá-cama y allí dormimos Maca y yo muy cómodamente. A decir verdad, fueron muy hospitalarios.

Adam, Laura, Erin et Maca au lendemain de la fête

Pero, ¿qué hay de Silvia? Ella vive también bastante lejos como para que cogiera un taxi o se fuera andando. Al final de la noche, yo ya estaba demasiado cansada como para saber ni siquiera qué hora era. Incluso me quedé durmiendo en un comodísimo sofá del último pub (gay) donde estuvimos, no me preguntéis cómo acabamos allí porque yo solo me dejaba guiar por las irlandesas, que ya llevan el suficiente tiempo en París como para saber adónde ir.
El caso es que en uno de esos cambios de bar, Silvia se quedó esperando a un chico irlandés que conocimos esa noche, nosotros continuamos en dirección al bar de al lado (el susodicho pub gay), y cuando fuimos a buscarla, Silvia había desaparecido. 


En train de dormir... =)


Al día siguiente ya supimos que ella nos había estado buscando sin éxito también, así que se unió a un grupo de chicas que estaban en el bar para no quedarse sola, pues para aquel momento ya estaba bastante borracha como para hacerlo sin vergüenza. 

Me quedé mucho más tranquila al saber esto, pues tenía un gran remordimiento de conciencia al pensar que podía haberle pasado algo... Pero mi querida italiana sabe cuidarse ella sola, aunque reconoció que pasó un poco de miedo al principio. ¿Y quién no?

Silvia, Katie, Alba et moi au Madame Tomate

El jueves comí con Maca en el Mcdonalds que se encuentra al lado del Centre Pompidou, y con el estómago ya lleno, nos fuimos a nuestros respectivos alojamientos. Cuando llegué ya se habían ido la canadiense y la neozelandesa, pero me encontré con una simpatiquísima argentina en la habitación y con una loca mexicana (¡viva el castellano!), además de una norteamericana de Ohio que está montada en el dólar (debe de estarlo si paga 40 000 dólares al año por su universidad...).

Aunque estaba cansada, no he venido a París para dormir, así que me puse a buscar más y más pisos, puesto que ya había perdido media mañana durmiendo. También estuve escogiendo algunas de las asignaturas de la universidad, e informándome más sobre cómo vivir barato en París. Así, pasó la tarde rápidamente hasta que llegó la hora de marcharse a Champs de Mars, donde todos los erasmus habíamos quedado de nuevo para hacer lo que ellos llaman un pique-nique. Compramos un gran perrito caliente y una cerveza (demasiado cara, pero ya he aprendido la lección) y nos sentamos frente a la Tour Eiffel para degustar nuestra cena. Debo decir que un perrito caliente con queso fundido por encima está mucho más bueno en el césped iluminado por las maravillosas luces de la Torre Eiffel.



Au Champs de Mars

Más tarde, el resto de los erasmus partieron hacia una discoteca que yo creía (aún no sé por qué) que sería en un barco. Sin embargo, Silvia y yo nos fuimos para casita, ella no quería terminar como el día anterior, y yo quería coger el metro a tiempo para dormir en el albergue, que para eso lo pago.

El día de hoy ha sido algo más aburrido, ha pasado muy rápido y me he puesto en serio con el piso. Al fin he encontrado un supermercado muy barato llamado Leader Price, y allí he comprado dos o tres cosas que me hacían falta. He comido en la calle un poco de pasta con jamón que me he comprado hecha a buen precio, he paseado bajo el sol por Montmartre un poco más para investigarlo a fondo, y he vuelto al albergue donde me he tenido que pelear con internet para hablar un poco con mi madre. Internet ha ganado... ¬¬ ... pero esta noche será la revancha =D.

Y hoy había una visita por Notre-Dâme, y otros sitios más... pero para beber algo con los amigos siempre tendré tiempo. Hoy tocaba organizar un poco todo, al menos mentalmente: los pisos que he escogido, las asignaturas de la universidad... Además debía actualizar el blog. Así que aquí estoy, terminando de escribir mis todavía aburridas historias mientras que mi estómago ruge, impaciente porque baje a cocinar algo en la diminuta cuisine del albergue.

Mañana ya debo dejar el albergue para irme al piso con Jose Manuel. Espero tener de la chance y encontrar un sitio donde estar muy muy muy a gusto el resto del mes.

Os dejo con un vídeo de una orquesta parisina con la que me deleité durante media hora el jueves en el metro. Se llaman "Classique Metropolitain", y tocaban como los ángeles... Por suerte, en ese momento sí llevaba la cámara encima.




Mil besos, y ¡hasta la próxima!



NOTA: Escrito el viernes 16 de septiembre.