jueves, 29 de septiembre de 2011

Nuevo hogar, nueva vida: trámites y más trámites

Después del gran letargo de más de una semana sin escribir, es hora de poneros al día de los grandes cambios (al menos para mí) que han sucedido en tan solo una semana, la cual me ha parecido un mes.



Los días aquí pasan lentos, o al menos, tengo la sensación de que llevase ya una vida en esta casa, y eso me gusta. Aunque París me sigue fascinando, y aún no se ha convertido en algo habitual, ya tengo asentada mi vida aquí. En tan solo dos semanas París ha conseguido envolverme de tal manera que parece que llevase viviendo en esta ciudad una eternidad. La gente ya no me mira como a una "guiri" cuando voy por el metro, y hasta varias personas me han parado por la calle para preguntarme la situación de algún lugar en concreto. ¿El siguiente paso? Que los chicos dejen de babosear y verme exótica por ser una erasmus, y encima española... pero me temo que eso va a ser más complicado, mis facciones lo proclaman a gritos.

El sábado 17 me mudé a Montreuil (una ciudad de 100.000 habitantes situada a las afueras de París, pero a 25 minutos del centro en metro), a un piso encantador compuesto de tres piezas: un comedor con una pequeña cocina, un amplio dormitorio y dos cuartos de baño (en uno se encuentra el váter y en otro la ducha, el lavabo y la lavadora entre otras cosas). Sí amigos míos, en Francia tienen la que para ellos es la mejor de las costumbres, separar el inodoro del resto de los elementos que caracterizan a un cuarto de baño. Quizá sea una buena costumbre, pero ¿dónde pongo yo ahora la ropa antes de ducharme? ¿En el lavabo? Bueno sí, puedo ponerla en la lavadora, pero no es lo mismo. El sagrado váter es el lugar idóneo para colocar el pijama antes de tomar una ducha, el sitio ideal para sentarse mientras uno se maquilla o se peina, y el espacio apropiado para sentarse mientras te lavas los dientes, ¿cómo colocarlo aislado en una mini habitación de un metro cuadrado? Estos franceses...

WC

Pero a decir verdad, el piso está realmente bien. El salón es grande, la cocina es nueva y tiene un lavavajillas muy apañado, el cuarto es enorme y la cama además de grande es muy cómoda, le falla la almohada. Por supuesto tiene calefacción y línea de teléfono con conexión a internet y llamadas a teléfonos franceses gratuitas. En total cuesta 650€, con todo incluido. En septiembre he estado aquí con Jose Manuel, un compañero de la carrera de Córdoba, así que hemos pagado solo la mitad del mes y entre los dos, lo que se traduce en algo muy económico. Pero a partir de octubre me quedaré sola en el piso, Jose se va a un estudio que está en Sant-Denis, muy cerquita de su universidad. Así que espero ansiosa la APL (una ayuda económica que da el gobierno francés para pagar el alquiler de un piso), que espero que alcance los 200€ al mes, lo que abarataría considerablemente el coste del apartamento.

Montreuil me gusta, es una zona (no sé cómo llamarlo ¿ciudad? ¿pueblo?) muy popular, agradable, tranquila y barata donde la población africana es abundante y el buen ambiente es cautivante. Al lado de mi casa hay un bar donde Jose y yo nos tomamos una cocacola el primer día, acompañada de una gran tapa (sí, tapa) de una especie de exquisito chorizo frito. Nos costó 2€ a cada uno. Lo sé, es una delicia tratándose de París, al que quiera probarlo lo invito a pasar unos días en mi casa, en la ciudad de las luces. La visita a dicho bar está asegurada.

Cuisine

Volviendo al sábado, entre mudanza, maletas y descanso, no hicimos nada. Por la noche, Guillaume, el apuesto casero de 30 años (y futuro marido de Espeh), dio una fiesta de bienvenida en nuestra casa. En realidad, era una excusa para pasar una buena noche con sus amigos de toda la vida. Así que tuvimos la oportunidad de conocer a verdaderos franceses y de escuchar verdadera música francesa. La noche fue agradable, mi francés iba progresando paulatinamente y yo misma me sorprendía de los temas de los que podía llegar a hablar. Conocimos a personas bastante interesantes, aunque yo era la enana allí... Jose tiene 30 años y todos los demás eran de su misma quinta. Aún así la soirée fue estupenda. Me acosté hacia las tres de la mañana, mi cuerpo no aguantaba más. Sin embargo, la música estuvo puesta hasta las cinco, hora a la que se marcharon los últimos invitados. Como podéis imaginar, yo no me cosqué de nada. Dormía plácidamente cual bebé, con una sonrisa en la cara entre canciones francesas de fondo.

El domingo me desperté tarde, pues mi cuerpo necesitaba reponerse. Por la tarde acudí con Jose a dos citas para ver dos pisos que quería alquilar. A la primera llegué tarde, y a pesar de numerosas llamadas y mensajes, no recibí respuesta alguna. El segundo piso que visité estaba bastante bien, tenía un pequeño jardín y se trataba de una habitación para mí sola. El piso debía compartirlo con otros dos chicos, uno músico y el otro estudiante. Costaba 530€ al mes, con todo incluido. Sin embargo, no me hacía contrado, por lo que no tenía derecho a la ayuda del gobierno. Aún así me gustaba, me hubiera quedado allí todo el año.
Pero el chico había quedado con otras personas, me dijo que me llamaría al día siguiente para confirmarme o negarme el alquiler. Aún espero esa llamada...

Petite fête chez moi

Es curioso, pero en París es así, los caseros son los que eligen quién se queda con ellos, no es como en España, que eres tú el que eliges qué alquilar.

Más tarde fui a visitar otro piso. Digamos que... era una basura, hablando bien.
Mi "cuarto" era el salón, y para pasar al cuarto de baño debía atravesar la habitación de la chica con la que hubiera vivido, a la que por si fuera poco solía visitarla su novio a menudo. Vamos, que si en medio de la noche necesitaba ir al baño, o bien podía fácilmente estropearles un acto amoroso, o bien podía mearme encima.

En fin, lo gracioso es que ella sí me contestó a los dos días, diciéndome que ya había encontrado a alguien para vivir allí. Tiene tarea...

Allí conocí a una chica española que también visitaba aquel apartamento, y que por supuesto se llevó la misma impresión que yo. También se llama Alicia, y lleva ya un año en París. ¡Como hablaba francés! Qué envidia.


Cuando terminé, Jose y yo fuimos al Parc de Belleville, un precioso parque situado en el distrito 20. Lo cruzamos dando un paseo hasta llegar a su cumbre, y al salir de él pudimos observar una de las vistas más bonitas que he visto en París. Se veía la torre Eiffel, los Inválidos, el Montparnasse... fue espectacular.
Nos sentamos en un bar desde donde se podía contemplar ese maravilloso paisaje, pero el viento y el frío nos obligaron a pasar al interior del bar. Jose se tomó un café, y yo un simple vaso de leche, algo que a pesar de nuestras intenciones, no nos salió barato. Pero pasamos un rato agradable, eso es cierto.


Jose et la Tour Eiffel (Belleville)

Aquel día terminó sin nada más destacable, un par de conversaciones por tuenti y al sofá, porque sí, esa noche me tocaba dormir en el sofá, ya que hasta el momento Jose y yo hemos estado turnándonos la cama, un día él y otro día yo. Por suerte el sofá es bastante cómodo.

El lunes vinieron Guillaume y sus padres a terminar de adecentar el piso, arreglaron un enchufe, e intentaron colocar unas cortinas y una puerta que, tras varios intentos en varios días diferentes, todavía siguen faltando. La puerta que habían comprado era demasiado grande, y las cortinas demasiado pequeñas. Pero lo que falta lo terminarán de arreglar a principios de octubre.

Firmamos el contrato y quedamos en volver a vernos el viernes, cuando ya tendríamos hecho el seguro del piso (obligatorio en Francia) y cuando colocarían la puerta, o al menos eso creíamos entonces.

Al mediodía fui a la facultad, donde tenía una reunión para saber en qué nivel me habían colocado para los cursos de francés. Tras saber que afortunada y misteriosamente (debido a la nefasta prueba de idioma que hice la anterior semana) estaba en un nivel alto, acudí a otras citas para ver pisos junto con Silvia, que quiso acompañarme. Finalmente solo acudí a la segunda de las tres citas que tenía. El primer piso era caro y pedían fianza, el tercer piso estaba sin amueblar y era una pérdida de tiempo ir. El segundo piso no estaba mal, era un cuarto para mí sola también, y me hacía contrato. Pero el chico con el que debía compartir piso no me gustó mucho. Para que me comprendierais deberíais haber visto todo... El sitio, la manera, el trato. Pese a eso, si me hubiera llamado no hubiese dicho que no de ninguna de las maneras. Pero claro, ya sabéis, aquí eligen ellos, y aún sigo esperando su respuesta.

Así que cuando terminé con la búsqueda de piso, Silvia y yo nos tomamos un dulzajo con Andrea, un amigo suyo de Italia muy majo. En concreto nos comimos un suédoise au chocolat, ¡delicioso!

El día terminó sin más dilación, con algún que otro capítulo de Perdidos (LOST) y con un poco de lectura de El Señor de los Anillos para terminar.

Aquella noche, tras pensarlo mucho y después del agobio de no encontrar nada, decidí quedarme en el piso de Montreuil. Guillaume ya nos había dicho que estaría en Burdeos al menos por un año, porque finalmente encontró trabajo. Así que me di cuenta de que no iba a encontrar nada mejor, y si en el peor de los casos me tenía que quedar sola, 650€ con la APL no supondría tanto dinero.

El martes, Jose y yo fuimos al banco para abrirnos una cuenta bancaria, pero en Société Générale nos dieron cita para el viernes. Así que lo del seguro del piso debería posponerse unos dñias. Por tanto, tras salir del banco emprendí camino a la universidad, donde había quedado con Silvia para asistir a un curso de recherche documentaire de dos horas al que nos habíamos apuntado. Básicamente nos enseñaron las instalaciones de la biblioteca, y nos mostraron como buscar cualquier cosa de manera correcta en las bases de datos de la universidad. Es importante saber esas cosas.

Bottes nouvelles

Después del curso fuimos de shopping, a petición de Silvia por supuesto. No obstante, terminé comprándome unas botas muy monas, útiles, cómodas y abrigadas por 20€. A ese precio fue difícil resistirse, y la verdad es que me hacían falta.

Esa noche habíamos quedado para ir al café de Amélie, un bohemio lugar que no tiene nada de bohemio, y menos por la noche. No tomé nada, la lección ya la había aprendido bien y no quería dejarme el dinero de la comida de la semana en un par de copas. Pero antes, cené en un chino, que estaba justo al lado, una ensalada muy apetitosa pero nada buena. He descubierto que hay una especie de lechuga que se utiliza en la cocina asiática que no detesto, sabe a jabón, asqueroso.

Más tarde fuimos a Duplex, una discoteca como otra cualquiera con música de fiesta como otra cualquiera. Las discotecas están globalizadas, la música es la misma... ¡hasta Danza Kuduro! Esa noche conocí a Matteo y Stefano, dos amigos italianos de Silvia. También tuve la oportunidad de conocer al japonés Io y a los chinos Gui y Song... entre otros erasmus.

Matteo, Stefano, Gui, Io, Song, Silvia et moi au Duplex


Me cansé pronto, eran las tres y ya estaba abatida y sentada con Silvia en un cómodo sofá en el que un portero me prohibió dormirme, ¡maldito! Pero no llegué a casa hasta las cinco. Entre que salimos de la dichosa discoteca, esperamos al autocar nocturno, y dicho autocar llegó a Montreuil (para nada es como el metro), pasaron casi dos horas. Finalmente me acosté en la hermosa cama, abrazándola con todo mi cariño y mi amor... en ese momento le habría vendido mi alma al diablo por un masaje.


Supongo que os iréis dando cuenta de que hay más papeleo que vida social, y si esto no era así todavía, lo sería en tan solo unos días. Aún hoy sigo agobiada entre banco, universidad, asignaturas, becas, ayudas... ¿estoy en París? Últimamente no estoy segura de ello.

Continuará...


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cosas que París no tiene

Necesito uno de tus besos... pero solo para empezar, porque necesito muchos.
Necesito tu mirada... también tus caricias.
Necesito tu sonrisa, para deleitarme contemplándola... tus manos, para atraparlas con las mías... y tu piel, para olerla.
Necesito tu gran espalda... para intentar rodearte con mis brazos sin éxito.
Tu barriga para poder apoyarme en ella... para darle besos... para abrazarla.
 
Necesito tus piernas, para poder enroscar las mías en ellas.
Necesito tu pelo... para enredar mis manos en él... para cogerte de él con fuerza y besarte con pasión.
Necesito todos y cada uno de tus lunares... para desear contarlos y no poder terminar de hacerlo.

Necesito de ti.


Tour Eiffel la nuit
 
Ayer por la noche, me asomé a la ventana para tomar un poco el aire, hacía un tiempo de muerte, el calor me obligó a ponerme el pijama corto. Debajo de mi ventana hay un parque que pertenece a mi edificio, y está salpicado de dos o tres árboles en cada esquina que hacen sombra las pocas veces que hay mucho sol. Pensé que se debía de estar muy bien allá abajo, en el césped, tumbada en una manta, y a tu lado... 
Pero me faltabas tú... 



lunes, 19 de septiembre de 2011

Primeros pasos en París (2)

Como ya os conté en la anterior entrada, la asociación "Erasmus À Paris" había preparado para el miércoles por la noche una quedada en Madame Tomate. Aquel día tuve la ocasión de conocer al irlandés Adam, a las escocesas Laura y Erin, al italiano Marcelo, a una paisana, Alba, y a tres italianas tocayas ("Francesca" era el nombre de las tres) con los que pasé una gran noche. Conocí a mucha más gente, ya os podéis imaginar, pero no consigo recordar el nombre de todos. 


Madame Tomate

Para ser la primera fiesta de París no estuvo nada mal. Bebimos un poco (jamás volveré a beber en un bar de París salvo que antes me aseguren que no me arruinaré haciéndolo), entre otras cosas rodaron mojitos, asquerosos en comparación con los de España; orgasmos, de los cuáles no me preguntéis qué llevan porque no tengo ni idea, solo sé que Silvia tomó uno de esos; desesperados, que es cerveza con tequila; y otro tipo de cervezas. La noche rodó sola, fue realmente fantástica.

Con Silvia la verdad es que lo paso muy bien, si mi amiga Verónica (de Córdoba) es bien conocida por reírse continuamente, Silvia no se queda atrás, aunque por supuesto no alcanza su nivel.
Lo pasé genial con Maca, Katie, Silvia, Adam y las irlandesas. Tanto que perdí el último metro y tuve que dormir en casa de Adam y las irlandesas, que comparten un piso en el centro de París, junto con Maca. 
El apartamento era envidiable, ¡ojalá tenga yo la suerte de encontrar algo así por 600€ euros! Pues lo dicho, nos acomodaron el sofá-cama y allí dormimos Maca y yo muy cómodamente. A decir verdad, fueron muy hospitalarios.

Adam, Laura, Erin et Maca au lendemain de la fête

Pero, ¿qué hay de Silvia? Ella vive también bastante lejos como para que cogiera un taxi o se fuera andando. Al final de la noche, yo ya estaba demasiado cansada como para saber ni siquiera qué hora era. Incluso me quedé durmiendo en un comodísimo sofá del último pub (gay) donde estuvimos, no me preguntéis cómo acabamos allí porque yo solo me dejaba guiar por las irlandesas, que ya llevan el suficiente tiempo en París como para saber adónde ir.
El caso es que en uno de esos cambios de bar, Silvia se quedó esperando a un chico irlandés que conocimos esa noche, nosotros continuamos en dirección al bar de al lado (el susodicho pub gay), y cuando fuimos a buscarla, Silvia había desaparecido. 


En train de dormir... =)


Al día siguiente ya supimos que ella nos había estado buscando sin éxito también, así que se unió a un grupo de chicas que estaban en el bar para no quedarse sola, pues para aquel momento ya estaba bastante borracha como para hacerlo sin vergüenza. 

Me quedé mucho más tranquila al saber esto, pues tenía un gran remordimiento de conciencia al pensar que podía haberle pasado algo... Pero mi querida italiana sabe cuidarse ella sola, aunque reconoció que pasó un poco de miedo al principio. ¿Y quién no?

Silvia, Katie, Alba et moi au Madame Tomate

El jueves comí con Maca en el Mcdonalds que se encuentra al lado del Centre Pompidou, y con el estómago ya lleno, nos fuimos a nuestros respectivos alojamientos. Cuando llegué ya se habían ido la canadiense y la neozelandesa, pero me encontré con una simpatiquísima argentina en la habitación y con una loca mexicana (¡viva el castellano!), además de una norteamericana de Ohio que está montada en el dólar (debe de estarlo si paga 40 000 dólares al año por su universidad...).

Aunque estaba cansada, no he venido a París para dormir, así que me puse a buscar más y más pisos, puesto que ya había perdido media mañana durmiendo. También estuve escogiendo algunas de las asignaturas de la universidad, e informándome más sobre cómo vivir barato en París. Así, pasó la tarde rápidamente hasta que llegó la hora de marcharse a Champs de Mars, donde todos los erasmus habíamos quedado de nuevo para hacer lo que ellos llaman un pique-nique. Compramos un gran perrito caliente y una cerveza (demasiado cara, pero ya he aprendido la lección) y nos sentamos frente a la Tour Eiffel para degustar nuestra cena. Debo decir que un perrito caliente con queso fundido por encima está mucho más bueno en el césped iluminado por las maravillosas luces de la Torre Eiffel.



Au Champs de Mars

Más tarde, el resto de los erasmus partieron hacia una discoteca que yo creía (aún no sé por qué) que sería en un barco. Sin embargo, Silvia y yo nos fuimos para casita, ella no quería terminar como el día anterior, y yo quería coger el metro a tiempo para dormir en el albergue, que para eso lo pago.

El día de hoy ha sido algo más aburrido, ha pasado muy rápido y me he puesto en serio con el piso. Al fin he encontrado un supermercado muy barato llamado Leader Price, y allí he comprado dos o tres cosas que me hacían falta. He comido en la calle un poco de pasta con jamón que me he comprado hecha a buen precio, he paseado bajo el sol por Montmartre un poco más para investigarlo a fondo, y he vuelto al albergue donde me he tenido que pelear con internet para hablar un poco con mi madre. Internet ha ganado... ¬¬ ... pero esta noche será la revancha =D.

Y hoy había una visita por Notre-Dâme, y otros sitios más... pero para beber algo con los amigos siempre tendré tiempo. Hoy tocaba organizar un poco todo, al menos mentalmente: los pisos que he escogido, las asignaturas de la universidad... Además debía actualizar el blog. Así que aquí estoy, terminando de escribir mis todavía aburridas historias mientras que mi estómago ruge, impaciente porque baje a cocinar algo en la diminuta cuisine del albergue.

Mañana ya debo dejar el albergue para irme al piso con Jose Manuel. Espero tener de la chance y encontrar un sitio donde estar muy muy muy a gusto el resto del mes.

Os dejo con un vídeo de una orquesta parisina con la que me deleité durante media hora el jueves en el metro. Se llaman "Classique Metropolitain", y tocaban como los ángeles... Por suerte, en ese momento sí llevaba la cámara encima.




Mil besos, y ¡hasta la próxima!



NOTA: Escrito el viernes 16 de septiembre.


viernes, 16 de septiembre de 2011

Primeros pasos en París (1)

Al fin en París. Parece que acabe de llegar y ya han pasado cuatro días desde que llegué aquí el lunes, con esa sonrisa en la cara cual boba. Y es que a decir verdad no estoy tan mal como pensaba. A pesar de que estoy sola y la búsqueda del apartamento está siendo bastante difícil, eso no me desanima... pues pasear alrededor del Sacre-Coeur, comer a los pies de la Tour Eiffel y contemplar la ciudad del amor por excelencia, lo compensa.


Por ahora me hospedo por 30€ la noche en un pequeño albergue del distrito 18 (Montmartre), es decir, muy muy cerquita del Sacre-Coeur. Así que estoy aprovechando al máximo la oportunidad para conocer bien todo el distrito, pues mañana ya dejo el albergue para irme a un piso situado en Montreuil (a las afueras de París pero muy cerquita si utilizas el metro) con Jose Manuel, un compañero de la universidad de Córdoba que también viene a estudiar a París. Un conocido parisino le ha alquilado el piso por 300€ entre los dos durante medio mes, cosa que no está nada mal tratándose de París. Así que nos quedaremos allí hasta principios de octubre, momento en el que espero haber encontrado algún pisito apañado.


Antes de descender

 
Cuando vi París desde el avión entendí por qué siempre está tan nublado. Las nubes se agolpaban las unas contra las otras, dejando pasar solamente algún que otro diminuto rayo de sol. Pero la sensación de estar entre las nubes cuando el avión descendió fue maravillosa, pues estás realmente dentro de ellas. Es magnífico. La imagen es preciosa, lástima que su belleza no se pueda plasmar en una foto. Aún así hice varias, he arriba y abajo los intentos.



Tras atravesar las nubes


Tras el viaje en autocar de casi una hora desde el lejano aeropuerto de Ryanair (situado en un pueblo llamado Beauvais) hasta París -un trayecto que, por cierto, no me cansó nada, pues los paisajes son maravillosos-, cogí el metro para llegar al deseado albergue. Eran las nueve de la noche y rápidamente anochecía, tan aprisa que cuando llegué al albergue la noche ya había caído sobre el día.

En la habitación compartida me esperaban dos chicas (a pesar de que la habitación era de seis personas), una de Canadá y otra de Nueva Zelanda. Mis deseos eran hablar francés por doquier, y sin embargo, tuve que pasarme una hora intentando entender lo que decían dos "guiris" en inglés. A ver, cuando me hablaban a mí las entendía muy bien, y yo les respondía en un inglés que aunque imperfecto, era completamente comprensible. Pero cuando comenzaban a hablar entre ellas... aquello era una locura. Hablaban tan rápido que apenas alcanzaba a enteder los sonidos vocálicos. Pero yo, educadamente, reía cuando una reía y me sorprendía cuando la otra se sorprendía, y asentía en todo momento, por supuesto. Soy una persona muy educada =).




De camino a París



Me acosté temprano porque al día siguiente debía levantarme a las 7.00 am si quería llegar a tiempo a la reunión concertada en mi universidad para los erasmus, que duró toda la mañana y parte de la tarde. En resumidas cuentas, nos explicaron todo el papeleo que debíamos hacer, luego hubo un pequeño descanso en el que nos ofrecieron un petit-déjeuner, y más tarde, siguieron informándonos de algunas cosas más como la tarjeta de estudiante, el correo de la universidad o los períodos de vacaciones. Además, hubo una presentación del grupo de estudiantes de la Sorbonne Nouvelle (Paris III) que se encarga de que los erasmus se relacionen, hablen francés, se enteren de todo, y no se aburran. Esta asociación, llamada "Erasmus À Paris" en facebook, nos ha organizado una semana de bienvenida que comenzó el miércoles, y cada noche hay algo que hacer o ver. 

Pero volviendo a la reunión, fue en el après-midi cuando vino lo duro, una prueba de nivel para los que queremos realizar el curso de francés. La prueba consistía en tres partes: una de comprensión oral, otra de comprensión escrita, y una última de metodología (sintaxis...). Lo que no nos dijeron es que la prueba duraría casi dos horas. Fue terrible, pues realmente tardamos casi dos horas en hacerla, era larguísima. 

Reunión à l'Université Sorbonne Nouvelle



Por aquel momento ya estaba en buena compañía. De camino a la universidad conocí a Silvia, una italiana de 23 años muy divertida. Más tarde me encontré con Maca (compañera de universidad de Córdoba), que estaba con Katie, una alegre canadiense a la que le cuesta mucho hablar en francés, pero quien, sin embargo, no deja de intentarlo.

Así que cuando terminamos de hacer el test fuimos muertas de hambre a comer cualquier cosa, acabando en el Subway, donde me gasté 6,80€ en un mísero bocadillo. Pero no un bocadillo como los de Córdoba, de esos que te lo llenan de lomo, bacon, salchichas, salsas... ¡qué va! Nada más lejos de la realidad. Era un bocadillo con dos finas lonchas de pollo, tres pequeñas lonchas de jamón de york y un poco de bacon y queso, cuando digo poco, quiero decir poco. Sin embargo, he de reconocer que estaba bastante bueno, pues iba acompañado de una deliciosa salsa de cebolla dulce. Pero no compensaban los siete euros que me gasté en él, sin bebida, ni patatas, ni nada. Así que lo primero que he aprendido al llegar a París es no volver a ir a ningún Subway.

Ah, se me olvidaban los cuatro euros que pagué por una cocacola que, aunque más grande de lo habitual, no compensaba para nada lo que costaba. Pero bueno, supongo que el primer día todos andamos un poco perdidos y decimos que sí a todo.




Au métro (Châtelet)


Estaba agotada, pero no me faltaron fuerzas para dar un paseo por Montmartre y explorar un poco el distrito hasta llegar al Sacre-Coeur, donde una multitud rodeaba a un simpático parisino que cantaba conocidas canciones, aunque no muy bien. Lástima que olvidé coger la cámara de fotos.

Y sentada allí, escuchando gallo tras gallo, conocí a un amable parisino que hablaba cinco idiomas ni más ni menos. Todos pensaréis... ¡ten cuidado que un día te pasará algo por hablar con desconocidos! Bueno, estaba rodeada de gente, y el chico no parecía tener intenciones de nada. Era bastante mayor que yo, y solo pasaba por allí haciendo footing, así que esperé que él se fuera para volver al albergue y comer algo. Esa noche tocó una rica pizza que casi olvido pagar, bastante buena por cierto. 






El miércoles quedé temprano con Silvia para inscribirnos en la universidad (inscripción administrativa y pedagógica), y aunque en la reunión todo parecía muy fácil, la verdad es que no lo es para nada. Todavía no hemos podido inscribirnos en nada ya que tras ir de un lado a otro, esperar a que abrieran tal despacho y perder toda la mañana, finalmente resul que debíamos hacerlo el próximo lunes. Pero ya nadie está seguro de nada. Abrimos nuestra cuenta de correo de la universidad, eso sí, y enviamos los certificados de llegada a nuestras universidades correspondientes.

Al llegar la hora de comer (la hora italiana y española) fuimos al supermercado y allí compré dos sándwichs que comimos al momento y algo de comida para cocinar un poco en el albergue, ya que es bastante más barato. Después, fuimos al Jardin des Plantes, que queda muy cerca de nuestra universidad, y tras una hora nos marchamos a nuestras respectivas casas.

Jardin des plantes



Me tiré toda la tarde hablando con unos y con otros, buscando pisos, leyendo foros para saber dónde comprar barato y buscando tiendas donde poder comprar bicicletas de segunda mano. Para la noche la asociación "Erasmus à Paris" había preparado una quedada de estudiantes erasmus en un bar llamado Comptoir de Madame Tomate, en el centro de París. Pero como veo que esto se está alargando mucho, y no quiero ser más pesada de lo que ya lo soy, mañana publicaré la segunda parte de esta historia.

Gracias por leerme, ¡muchos besos a todos!

À bientôt!