jueves, 29 de septiembre de 2011

Nuevo hogar, nueva vida: trámites y más trámites

Después del gran letargo de más de una semana sin escribir, es hora de poneros al día de los grandes cambios (al menos para mí) que han sucedido en tan solo una semana, la cual me ha parecido un mes.



Los días aquí pasan lentos, o al menos, tengo la sensación de que llevase ya una vida en esta casa, y eso me gusta. Aunque París me sigue fascinando, y aún no se ha convertido en algo habitual, ya tengo asentada mi vida aquí. En tan solo dos semanas París ha conseguido envolverme de tal manera que parece que llevase viviendo en esta ciudad una eternidad. La gente ya no me mira como a una "guiri" cuando voy por el metro, y hasta varias personas me han parado por la calle para preguntarme la situación de algún lugar en concreto. ¿El siguiente paso? Que los chicos dejen de babosear y verme exótica por ser una erasmus, y encima española... pero me temo que eso va a ser más complicado, mis facciones lo proclaman a gritos.

El sábado 17 me mudé a Montreuil (una ciudad de 100.000 habitantes situada a las afueras de París, pero a 25 minutos del centro en metro), a un piso encantador compuesto de tres piezas: un comedor con una pequeña cocina, un amplio dormitorio y dos cuartos de baño (en uno se encuentra el váter y en otro la ducha, el lavabo y la lavadora entre otras cosas). Sí amigos míos, en Francia tienen la que para ellos es la mejor de las costumbres, separar el inodoro del resto de los elementos que caracterizan a un cuarto de baño. Quizá sea una buena costumbre, pero ¿dónde pongo yo ahora la ropa antes de ducharme? ¿En el lavabo? Bueno sí, puedo ponerla en la lavadora, pero no es lo mismo. El sagrado váter es el lugar idóneo para colocar el pijama antes de tomar una ducha, el sitio ideal para sentarse mientras uno se maquilla o se peina, y el espacio apropiado para sentarse mientras te lavas los dientes, ¿cómo colocarlo aislado en una mini habitación de un metro cuadrado? Estos franceses...

WC

Pero a decir verdad, el piso está realmente bien. El salón es grande, la cocina es nueva y tiene un lavavajillas muy apañado, el cuarto es enorme y la cama además de grande es muy cómoda, le falla la almohada. Por supuesto tiene calefacción y línea de teléfono con conexión a internet y llamadas a teléfonos franceses gratuitas. En total cuesta 650€, con todo incluido. En septiembre he estado aquí con Jose Manuel, un compañero de la carrera de Córdoba, así que hemos pagado solo la mitad del mes y entre los dos, lo que se traduce en algo muy económico. Pero a partir de octubre me quedaré sola en el piso, Jose se va a un estudio que está en Sant-Denis, muy cerquita de su universidad. Así que espero ansiosa la APL (una ayuda económica que da el gobierno francés para pagar el alquiler de un piso), que espero que alcance los 200€ al mes, lo que abarataría considerablemente el coste del apartamento.

Montreuil me gusta, es una zona (no sé cómo llamarlo ¿ciudad? ¿pueblo?) muy popular, agradable, tranquila y barata donde la población africana es abundante y el buen ambiente es cautivante. Al lado de mi casa hay un bar donde Jose y yo nos tomamos una cocacola el primer día, acompañada de una gran tapa (sí, tapa) de una especie de exquisito chorizo frito. Nos costó 2€ a cada uno. Lo sé, es una delicia tratándose de París, al que quiera probarlo lo invito a pasar unos días en mi casa, en la ciudad de las luces. La visita a dicho bar está asegurada.

Cuisine

Volviendo al sábado, entre mudanza, maletas y descanso, no hicimos nada. Por la noche, Guillaume, el apuesto casero de 30 años (y futuro marido de Espeh), dio una fiesta de bienvenida en nuestra casa. En realidad, era una excusa para pasar una buena noche con sus amigos de toda la vida. Así que tuvimos la oportunidad de conocer a verdaderos franceses y de escuchar verdadera música francesa. La noche fue agradable, mi francés iba progresando paulatinamente y yo misma me sorprendía de los temas de los que podía llegar a hablar. Conocimos a personas bastante interesantes, aunque yo era la enana allí... Jose tiene 30 años y todos los demás eran de su misma quinta. Aún así la soirée fue estupenda. Me acosté hacia las tres de la mañana, mi cuerpo no aguantaba más. Sin embargo, la música estuvo puesta hasta las cinco, hora a la que se marcharon los últimos invitados. Como podéis imaginar, yo no me cosqué de nada. Dormía plácidamente cual bebé, con una sonrisa en la cara entre canciones francesas de fondo.

El domingo me desperté tarde, pues mi cuerpo necesitaba reponerse. Por la tarde acudí con Jose a dos citas para ver dos pisos que quería alquilar. A la primera llegué tarde, y a pesar de numerosas llamadas y mensajes, no recibí respuesta alguna. El segundo piso que visité estaba bastante bien, tenía un pequeño jardín y se trataba de una habitación para mí sola. El piso debía compartirlo con otros dos chicos, uno músico y el otro estudiante. Costaba 530€ al mes, con todo incluido. Sin embargo, no me hacía contrado, por lo que no tenía derecho a la ayuda del gobierno. Aún así me gustaba, me hubiera quedado allí todo el año.
Pero el chico había quedado con otras personas, me dijo que me llamaría al día siguiente para confirmarme o negarme el alquiler. Aún espero esa llamada...

Petite fête chez moi

Es curioso, pero en París es así, los caseros son los que eligen quién se queda con ellos, no es como en España, que eres tú el que eliges qué alquilar.

Más tarde fui a visitar otro piso. Digamos que... era una basura, hablando bien.
Mi "cuarto" era el salón, y para pasar al cuarto de baño debía atravesar la habitación de la chica con la que hubiera vivido, a la que por si fuera poco solía visitarla su novio a menudo. Vamos, que si en medio de la noche necesitaba ir al baño, o bien podía fácilmente estropearles un acto amoroso, o bien podía mearme encima.

En fin, lo gracioso es que ella sí me contestó a los dos días, diciéndome que ya había encontrado a alguien para vivir allí. Tiene tarea...

Allí conocí a una chica española que también visitaba aquel apartamento, y que por supuesto se llevó la misma impresión que yo. También se llama Alicia, y lleva ya un año en París. ¡Como hablaba francés! Qué envidia.


Cuando terminé, Jose y yo fuimos al Parc de Belleville, un precioso parque situado en el distrito 20. Lo cruzamos dando un paseo hasta llegar a su cumbre, y al salir de él pudimos observar una de las vistas más bonitas que he visto en París. Se veía la torre Eiffel, los Inválidos, el Montparnasse... fue espectacular.
Nos sentamos en un bar desde donde se podía contemplar ese maravilloso paisaje, pero el viento y el frío nos obligaron a pasar al interior del bar. Jose se tomó un café, y yo un simple vaso de leche, algo que a pesar de nuestras intenciones, no nos salió barato. Pero pasamos un rato agradable, eso es cierto.


Jose et la Tour Eiffel (Belleville)

Aquel día terminó sin nada más destacable, un par de conversaciones por tuenti y al sofá, porque sí, esa noche me tocaba dormir en el sofá, ya que hasta el momento Jose y yo hemos estado turnándonos la cama, un día él y otro día yo. Por suerte el sofá es bastante cómodo.

El lunes vinieron Guillaume y sus padres a terminar de adecentar el piso, arreglaron un enchufe, e intentaron colocar unas cortinas y una puerta que, tras varios intentos en varios días diferentes, todavía siguen faltando. La puerta que habían comprado era demasiado grande, y las cortinas demasiado pequeñas. Pero lo que falta lo terminarán de arreglar a principios de octubre.

Firmamos el contrato y quedamos en volver a vernos el viernes, cuando ya tendríamos hecho el seguro del piso (obligatorio en Francia) y cuando colocarían la puerta, o al menos eso creíamos entonces.

Al mediodía fui a la facultad, donde tenía una reunión para saber en qué nivel me habían colocado para los cursos de francés. Tras saber que afortunada y misteriosamente (debido a la nefasta prueba de idioma que hice la anterior semana) estaba en un nivel alto, acudí a otras citas para ver pisos junto con Silvia, que quiso acompañarme. Finalmente solo acudí a la segunda de las tres citas que tenía. El primer piso era caro y pedían fianza, el tercer piso estaba sin amueblar y era una pérdida de tiempo ir. El segundo piso no estaba mal, era un cuarto para mí sola también, y me hacía contrato. Pero el chico con el que debía compartir piso no me gustó mucho. Para que me comprendierais deberíais haber visto todo... El sitio, la manera, el trato. Pese a eso, si me hubiera llamado no hubiese dicho que no de ninguna de las maneras. Pero claro, ya sabéis, aquí eligen ellos, y aún sigo esperando su respuesta.

Así que cuando terminé con la búsqueda de piso, Silvia y yo nos tomamos un dulzajo con Andrea, un amigo suyo de Italia muy majo. En concreto nos comimos un suédoise au chocolat, ¡delicioso!

El día terminó sin más dilación, con algún que otro capítulo de Perdidos (LOST) y con un poco de lectura de El Señor de los Anillos para terminar.

Aquella noche, tras pensarlo mucho y después del agobio de no encontrar nada, decidí quedarme en el piso de Montreuil. Guillaume ya nos había dicho que estaría en Burdeos al menos por un año, porque finalmente encontró trabajo. Así que me di cuenta de que no iba a encontrar nada mejor, y si en el peor de los casos me tenía que quedar sola, 650€ con la APL no supondría tanto dinero.

El martes, Jose y yo fuimos al banco para abrirnos una cuenta bancaria, pero en Société Générale nos dieron cita para el viernes. Así que lo del seguro del piso debería posponerse unos dñias. Por tanto, tras salir del banco emprendí camino a la universidad, donde había quedado con Silvia para asistir a un curso de recherche documentaire de dos horas al que nos habíamos apuntado. Básicamente nos enseñaron las instalaciones de la biblioteca, y nos mostraron como buscar cualquier cosa de manera correcta en las bases de datos de la universidad. Es importante saber esas cosas.

Bottes nouvelles

Después del curso fuimos de shopping, a petición de Silvia por supuesto. No obstante, terminé comprándome unas botas muy monas, útiles, cómodas y abrigadas por 20€. A ese precio fue difícil resistirse, y la verdad es que me hacían falta.

Esa noche habíamos quedado para ir al café de Amélie, un bohemio lugar que no tiene nada de bohemio, y menos por la noche. No tomé nada, la lección ya la había aprendido bien y no quería dejarme el dinero de la comida de la semana en un par de copas. Pero antes, cené en un chino, que estaba justo al lado, una ensalada muy apetitosa pero nada buena. He descubierto que hay una especie de lechuga que se utiliza en la cocina asiática que no detesto, sabe a jabón, asqueroso.

Más tarde fuimos a Duplex, una discoteca como otra cualquiera con música de fiesta como otra cualquiera. Las discotecas están globalizadas, la música es la misma... ¡hasta Danza Kuduro! Esa noche conocí a Matteo y Stefano, dos amigos italianos de Silvia. También tuve la oportunidad de conocer al japonés Io y a los chinos Gui y Song... entre otros erasmus.

Matteo, Stefano, Gui, Io, Song, Silvia et moi au Duplex


Me cansé pronto, eran las tres y ya estaba abatida y sentada con Silvia en un cómodo sofá en el que un portero me prohibió dormirme, ¡maldito! Pero no llegué a casa hasta las cinco. Entre que salimos de la dichosa discoteca, esperamos al autocar nocturno, y dicho autocar llegó a Montreuil (para nada es como el metro), pasaron casi dos horas. Finalmente me acosté en la hermosa cama, abrazándola con todo mi cariño y mi amor... en ese momento le habría vendido mi alma al diablo por un masaje.


Supongo que os iréis dando cuenta de que hay más papeleo que vida social, y si esto no era así todavía, lo sería en tan solo unos días. Aún hoy sigo agobiada entre banco, universidad, asignaturas, becas, ayudas... ¿estoy en París? Últimamente no estoy segura de ello.

Continuará...


4 comentarios:

  1. A ver si me ha quedado claro, ¿entonces te vas a quedar tú sola en ese piso del que has hablado o es sólo temporal?

    Lo que dices del vater es cierto, es un elemento básico para poner las cosas mientras te duchas, para sentarte mientras te pones calcetines, etc. ¡Que raros son los franceses!

    Por lo que cuentas parece que en París hay que aprender a esquivar las clavadas que te meten en los bares y pubs para no acabar desplumado, ¿no?

    Veo que te has llevado mi libro a París (¬¬), al final va a viajar más él que yo xD

    Salut!

    ResponderEliminar
  2. Sí Fran, al final me quedo en este piso, donde podéis venir cuando queráis los que queráis.
    El váter... Aún no me acabo de acostumbrar, siempre que me ducho lo busco con la mirada... Cualquier día echo abajo el muro que los separa :)

    Una vez que estás aquí, que prestas atención, que buscas y que no entras al primer sitio que encuentras, todo es más fácil. Lo importante es no pedir bebidas, o si la pides que sea vino, es más barato que el agua. Además los restaurantes asiáticos y árabes suelen ser más económicos. Por otro lado hay que conocer e investigar, hoy me he comido el mejor bocadillo que he probado en París en el sitio (no para llevar) por solo 3.5€, precio español.

    París te espera ansiosa!!

    ResponderEliminar
  3. Hola Alicia:

    Me reafirmo en lo de la envidia cochina,.... qué le vamos a hacer.

    Una cosa, dile a Jose esto, literalmente, por favor:

    "Saludos del hermano Novella"


    Ya te contaré, o bueno, te contará él.
    Qué chico es el mundo... el mundo es un pañuelo...lleno de mocos :P
    Pásalo muy bien y sigue con el blog.

    Un abrazo. Enrique

    ResponderEliminar
  4. Enrique:

    No te lo digo más ¿eh?. Vente con quien tengas que venirte un finde, algo es algo, y tienes el alojamiento gratuito asegurado, no es broma ;).

    Esta noche cuando vuelva se lo digo, que ya se muda mañana a Sant-Denis...

    Cierto, el mundo es un pañuelo, estoy ansiosa porque me cuente.

    Muchas gracias, seguiré, bien sûr.



    Muchos abrazos =), Dakota (Chomsky en mis ratos libres).

    ResponderEliminar