viernes, 27 de abril de 2012

Cuestión de tiempo

En ocasiones nos gusta complicar las cosas, retorcerlas y hacerlas más difíciles, más duras, más extrañas, y en definitiva, más imposibles de solucionar. Pero ¿no es cierto que, otras veces, las simplificamos para que parezcan menos graves?

Siempre intento simplificarlo todo, porque pienso que nada es tan grave como para tomárselo a la tremenda, siempre y cuando tengamos lo esencial, amor y salud. ¿Que suspendo un examen? Bueno, no es para tanto. ¿Que no me da tiempo a estudiar todo lo que me gustaría? Bueno, no pasa nada, en tres semanas acabo los exámenes, y el tiempo pasa deprisa. Pero ¿y si no es solo cuestión de semanas, sino de meses?
¿Qué me voy de erasmus durante nueve meses? Bueno, no pasa nada, volveré. Pero, ¿y qué pasa si no es tan sencillo? ¿si, a pesar de restarle importancia, sí que la tiene? ¿Qué pasa si, pese a todo lo que te habías propuesto, tu vida desaparece para dejar paso a otra?

Al irte, dejas atrás toda una serie de acontecimientos, experiencias, sentimientos y personas que conforman una existencia, la cual suele estar llena de detalles que se basan en el hoy, en el día a día, en el minuto a minuto, y no en el mañana, y que esperas poder recuperar a tu regreso, tal y como la dejaste.
Sin embargo, aunque no quieras creerlo, eso es imposible. Al cabo de los meses tu vida se va difuminando, tan despacio que ni lo notas, pero tan eficaz como una goma que borra el dibujo de un lápiz, puede que queden trazos, formas, imágenes de aquello que un día dibujaste, pero para que vuelva a ser lo que era antes de borrarlo, queda mucho trabajo por delante. Has de volver a perfilar aquello que una vez lo estuvo, darle importancia a aquello que una vez la tuvo, colocar esto y aquello en su sitio, y lo más importante, situarte tú entre tantos y tantos detalles.

Se tiene la esperanza de que cuando se vuelve, todo seguirá igual que antes, y eso parecerá al principio. Pero todo será distinto. No se puede pausar una vida y darle play a otra al mismo tiempo, no tenemos dos reproductores de vídeo dentro de nosotros. Somos solo una persona, con una cabeza que piensa, un corazón que siente, y unos ojos que ven, pero son y existen en un solo lugar, nunca en varios. Solo tenemos un reproductor, y no tiene capacidad para dos cintas de vídeo al mismo tiempo. Siempre podemos sacar la cinta, ver otra película, y cuando terminemos o nos cansemos, volver a poner la cinta que teníamos al principio. Sin embargo, creo que somos más complejos que un reproductor de vídeo, aunque me esfuerce en pensar lo contrario. Quizá me equivoque, y cuando vuelva a poner la película de siempre, para continuarla, mi reproductor la coja sin ningún problema. Pero quizá no, quizá le cueste arrancar, se quede pillada al principio, se rebobine sola o alguna parte se vea mal. Quizá, si ha pasado demasiado tiempo, no se pueda ver con la claridad con la que antes se veía. Quizá me sienta demasiado perdida cuando regrese, quizá solo un poco durante los primeros días. O quizá pueda volver a mi vida con la normalidad con la que se pela una manzana. O tal vez, todo sea más simple, y solo sea necesario un poco de tiempo para que todo vuelva a la normalidad. Quizá es eso, que lo estoy complicando todo demasiado para evitar simplificarlo.


Es solo cuestión de tiempo, de un poco más. Cuestión de meses.

viernes, 20 de abril de 2012

El significado de esta temporada



Más tarde empecé a pensar en las relaciones. Hay relaciones que te abren puertas a cosas nuevas y exóticas; otras viejas, y familiares; relaciones que te hacen preguntarte muchas cosas; relaciones que te llevan a cosas inesperadas; unas te llevan lejos del punto del que saliste, y otras, te devuelven a él. Pero la relación más emocionante, difícil y significativa de todas, es la que tienes contigo misma; y si encuentras a alguien que te quiera por ti misma, bueno... eso es fabuloso.

Pero esta última, es la más complicada de todas. Creemos que nos conocemos, que sabemos lo que queremos, de dónde venimos y adónde vamos, ¿pero es así realmente? ¿Sabemos, de verdad, quiénes somos? ¿o es el mundo el que nos lo muestra? ¿Y no es esto lo que, en ocasiones, llega a complicar el resto de relaciones? Es cuando nos encontramos a nosotros mismos, cuando nos vemos realmente, sin disfraces y desnudos, el momento en que todo se simplifica de tal manera, que no llegamos a comprender porqué era antes tan complicado.


Si este año me ha servido para algo, ha sido para conocerme a mí misma, y para disfrutarme tal y como soy. Jamás me arrepentiré de haber venido a París, es una ciudad preciosa, llena de rincones que, por mucho que lo intentes, jamás terminarás de conocer, como sucede con nosotros mismos. Y al final, sí, este año será inolvidable, como lo había soñado, aunque no sea de la misma manera. Pero, ¿no es eso la vida? ¿lo que la hace tan especial? ¿esa magia que, a pesar de todo, la hace maravillosa?

Sin embargo, no es un lugar lo que hace que una vida sea especial, sino ella misma. Y, escribiendo estas palabras, me doy cuenta de que esa es la razón por la que quiero volver, ya que, aunque suene paradójico, mi vida, en Córdoba, es más apasionante que la que he creado aquí, en París.



Por supuesto que seguiré necesitando hacer escapadas al extranjero, y saciar así mi espíritu de exploradora, cubriendo poco a poco esa necesidad de conocerme todos y cada uno de los recovecos de la tierra. Pero, mi corazón, siempre estará en mi tierra, Córdoba, donde se encuentran casi todos aquellos que completan mi vida, y la hacen, día a día, un poquito más maravillosa. Si bien, siempre quedarán pedazos de él repartidos por diferentes partes del mundo, cuya lista iré aumentando hasta el infinito. Por el momento, siempre habrá un poquito de mí en Almería, otro poquito en Puigcerdà y Roses, otro pedacito en Granada, en Málaga, en Sevilla, en Jaén, en Alicante, en Madrid, incluso en Arcos, también se me perdió hace casi un año una pequeña parte de mí por el norte de España, e incluso aún quedan algunos trocitos en Dublín, Cahors, y Grosseto...; y de reciente incorporación a la lista está París, aunque al mismo tiempo es una de las más antiguas, e importantes. Quién sabe lo que me deparará el futuro. Y, descubrirlo, es algo que estoy ansiosa por hacer; pero, lo que más me apasiona, lo más importante, es saborearlo, pues no porque algo no sea nuevo, debe dejar de ser emocionante.